Por: CONDORITO
A menos de un metro de la
línea de fondo, mientras giraba su raqueta y miraba a su rival con ojos de puma
acechando a su presa, Roger se disponía a superar una de las siete pruebas que
tenía por delante, si quería mantenerse con vida y emparejar las cosas a dos
sets en la final de Wimbledon 2008. Al frente, un ‘torito’ rebotaba la bola
diez veces con el propósito de crear un hilo de tensión que cruzara la malla y
envolviera al serenísimo recibidor, para evitar de cualquier manera el impulso
que necesitaba en la consecución de una remontaba que no ocurría desde 1927.
El público no dejaba de
gritar y al juez le tocaba ponerle calma a lo que se convertiría en el
tie-break más emocionante de todos los tiempos. Las familias de los
protagonistas habían accedido a sentarse juntas desde el inicio del partido,
aunque no sabían que para aquel instante también estarían sujetas al hilo de
tensión que ya unían a sus allegados.
El reloj decía que ambos
jugadores tenían 3h 18min menos de energía, y que completarían las 3h 33min
antes de jugarse un quinto set. Aunque 18 puntos disputados con relativa demora
hayan parecido un espectáculo de poco tiempo. Al parecer se aplicó la ley “lo
bueno no dura mucho”.
El primer punto, como todo
buen libro, tuvo un desarrollo ‘atrapador’: servicio de Nadal al revés de
Federer; devolución corta y un ‘approach’ de nuevo buscando el punto débil del
tenista suizo; gran respuesta de un golpe con ‘top’ cruzado; volea con gran
exigencia por parte de Rafa; drive elevado que buscaba un globo, y un tremendo
remate con revés que levantó a los espectadores antes de tiempo, debido a una
fantástica reacción de Roger que respondió con un derechazo picado en el ángulo
superior derecho de la cancha.
Aquel 1-0 era apenas un bocado del estupendo manjar que
habían servido ambos jugadores en todo el encuentro, y que tenía como plato
fuerte un desempate a siete puntos que terminó alargándose a diez. Rafa pareció
con menor presión, y estuvo 5-2 arriba con la confianza necesaria para ganar el
parcial, el partido y el campeonato. Pero una doble falta le dio motores al
varado Roger, y las cuentas se pusieron 6-5 a su favor, disponiendo del primer
set-point del tie-break. Su mujer no paraba de rezar, pero Dios no escuchaba sus
plegarias por estar atento al juego.
Nadal volvió a luchar y sus
arremetidas celebraciones le traían resultado. Volvió a estar al frente 7-6 y
posteriormente 8-7, regresándole a Federer la presión de que podría ser el
último punto del certamen. La ventaja conseguida por el español fue brutal:
tres ataques de Federer con el servicio y dos derechas, la última paralela al
ángulo superior del primer punto, y el guerrero mallorquín resuelve con un latigazo a contra pierna
proveniente de su drive, dejando sin opción a Roger que había subido a la red.
Parecía el fin para el
maestro suizo que quería ganar su sexta corona en Londres y de manera
consecutiva. No obstante la ilusión se le acabaría más adelante, aún lejos del tie-break. Rafa sirvió nuevamente buscando el revés de Roger. Aquel no quiso riesgos y devolvió con un ‘slice’,
el primero de todo el desempate. La devolución de nuevo quedó corta y la chance
del zurdo la ejecutó con un drive esquinado al fondo, irrumpiendo otra vez en
las debilidades de su contrincante con el revés. La apuesta de ‘su majestad’
fue de todo o nada. O la enviaba a las gradas, o metía uno de los mejores
passing-shots a una mano en toda la historia; como finalmente pasó.
De forma brillante Roger
ganó los siguientes dos puntos y se desenlazó una historia de más de cuatro horas
y media, que terminó con parciales de 6-4, 6-4, 6-7, 6-7 y 9-7, siendo el juego
más largo disputado entre estos dos, y para muchos, el mejor partido de tenis
de toda la historia. Al final, sobre el césped de la Centre Court, el ‘matador’
Nadal celebró su primer título en Wimbledon, y escribiría una anécdota que
consagraría al Federer- Nadal como el mejor clásico del tenis desde su
existencia en el tras-antepasado siglo.
En menos de 30 días, un
nuevo camino se abrirá en busca del trofeo dorado, y si la lógica es
congruente, tendremos una nueva final entre los dos máximos ganadores de Grand
Slam.
¿Estamos cerca de Wimbledon
2008? Un partido en el que sus dos actores llegaron en un nivel inalcanzable y
jugaron un tenis fuera del límite. ¿Vendrá una revancha de Rafa, después de ser
sometido en la reciente final de Australian Open? Viene como un meteorito
encendido, con ganas de eliminar ferozmente a todos los competidores de todos
los certámenes. Roland Garros fue prueba de ello, nadie pudo siquiera arrebatar
un set de las manos del ‘matador’.
Roger en cambio, viene
recargado, con la mente fresca y la raqueta decidida a comerse el mundo. Aunque
no deja de ser un completo misterio como va a reaccionar cuando se enfrente al
diez veces campeón del abierto de Francia. En Australia no pareció que la
ausencia de seis meses le hubiera afectado. Ahora han pasado tres, pero el
nivel de su archirrival español ha ascendido considerablemente.
Cabe remarcar que ‘su
majestad’ se fue a su descanso siendo único y exclusivo rey del trono. En este
año ha vencido tres veces con supremacía a Nadal y ha vuelto a agotar las
entradas de las finales de los torneos más importantes.
Sin duda, un nuevo duelo
entre el afirmadísimo rey de Roland Garros y el maestro de la raqueta, en una
posible final de una de las competiciones que partió la historia con una de sus
finales, será un regreso en el tiempo, como si se tratará de dos jovencitos con
22 y 26 años, primero y segundo del mundo respectivamente.
¡Se viene Wimbledon 2008! Ojala
también con los sets y tie-breaks de infarto.
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