Que difícil se ha vuelto conservar al deporte rey en la
cima, después de que el equipo de uno se acostumbrara a vivir entre
injusticias, mala suerte, pésimas direcciones arbitrales en momentos
importantes y manías del juego, que según muchos, “son lo bonito del fútbol”. Pero no si uno es hincha de Millonarios.
Al principio, como la mayoría creía que todo era el
resultado de una horrenda administración por parte de las directivas, que no nos permitía triunfar como equipo grande y nos tenía sometidos a pasar de
fracaso en fracaso hasta que inversionistas con mayor capital llegaran a
comprar y salvar a Millos. Sin embargo, me di cuenta que el problema es incluso
más grande que la ignorancia y la falta de honestidad de nuestros líderes.
Aquellas situaciones, en las que el equipo que juega
mejor termina perdiendo por una desconcentración de un jugador, no en 90, sino
en 180 minutos jugados, son las que se están carcomiendo a Millos. Aquellos
momentos, en los que los intentos de gol en tiempo reglamentario terminan
entrando en portería propia por medio de la vía del penal, son los que están
despilfarrando la ilusión de ver donde se merece al azul.
Se tratan de simples anomalías propinadas por un deporte
que se ha hecho famoso por la sensación que estas producen, pero que ahora nos
están matando a los hinchas embajadores, a tal punto que comenzamos a detestar
esta particularidad tan maravillosa del fútbol, que siempre ha tenido como objeto
enamorar más al hincha de su equipo, y no alejarlo como nos está sucediendo a
los seguidores del 14 veces campeón del FPC.
Con la experiencia de ayer, y un contexto que le urge
liberarse de tanto negativismo, estas rarezas –sentimos los de azul- hace rato dañaron
las nociones de un buen espectáculo en la cancha.
Dejó de ser bella para nosotros, aquella manía de la
injusticia, cuando de las últimas tres llaves eliminatorias que se definieron
desde los doce pasos (vs Paranaense, Junior y Deportivo Cali), tres se
perdieron injustamente, jugando mejor en el tiempo regular y teniendo menos
suerte en el cobro del penal.
Dejó de ser bella para nosotros la manía de la suerte,
cuando de 15 equipos posibles para enfrentar en esta fase de la Libertadores,
nos emparejan con el que tiene 40 millones de euros invertidos en su nómina, (tres veces más de lo que vale la nuestra). Cuando se lesionan dos jugadores
claves para la generación y el ataque de Millos. Cuando nos pitan un gol
legitimo en fuera de lugar, que hubiera podido significar una clasificación.
También cabe la situación que se vivió el año pasado,
cuando el único equipo superior al nuestro en el campeonato colombiano decide alinearnos a su plantilla titular,
teniendo que disputar en contados días un torneo internacional al otro lado del
mundo, y nos elimina el objetivo que había estado cerca pasadas campañas, pero
que se desapareció por obra y gracia de las anomalías del fútbol.
Además, dejó de ser bella para nosotros también la manía
del esfuerzo. Esta que de manía tiene poco y casi siempre premia, dejó de ser hermosa
cuando un técnico, al que se le habían entregado las riendas del equipo, decide
expulsar jugadores, incluir unos nuevos, y posteriormente renunciar al cargo
por razones que tienen que ver con gustos personales.
Para nosotros lo hinchas de Millos, las rarezas, mañas,
sorpresas o desilusiones que enriquecen el show del balompié nacional e
internacional, dejaron de tener un significado de afecto por el balón, cuando
el sentimiento que más nos despiertan es la decepción. En lo personal, pienso
que es porque esta particularidad ya no está siendo equilibrada con todos los
clubes, y lo natural es comenzar a detestar estas manías en los resultados del deporte más apreciado en toda la Tierra.
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SOLO HAY QUE QUITARSE LA CAMISA PARA PUBLICAR Y COMENTAR ALGO, LAS ANOMALÍAS DEL FUTBOLITO PARA USTEDES SON MALAS CONTRATACIONES Y EL PRESIDENTE ROBANDOSE LA PLATA.
ResponderBorrarDe esto se trata este Blog Juan Esteban, de no quitarse la camisa.
ResponderBorrarSaludos.