Por: CONDORITO
En la historia quedara la leyenda de Roger Federer. Foto: Tenisweb.com |
No sé cómo fui capaz de pronunciar esas palabras. Por un
momento sentí que el tiempo se detenía y se volvía idóneo para reflexionar acerca del desenlace de una era, en donde Roger Federer había dejado un legado más alto que el
de cualquier otro deportista en su disciplina, pero al que había que
prepararse para decirle ‘gracias’ y ‘hasta luego’, entendiendo que lo mejor ya había sucedido, y era el afecto que le tenemos a nuestro ídolo lo que nos mantenía pendientes de sus partidos y sus competencias.
Sentía que no quedaban más chances, luego de verlo caer en su Grand Slam favorito el año pasado, y posteriormente enterarme de que estaría fuera de ritmo durante
seis meses. Aunque soy uno de los creyentes en los beneficios
que traen los tiempos alejados de la competencia -por esto de despejar la mente y todo eso- también estoy más inclinado a
lo que la lógica dicta, que a lo que las sorpresas puedan regalar, y en este
caso lo lógico era ver a Roger intentando ganar un último Grand Slam esta
temporada, aunque sin resultado positivo alguno.
Hablo por mí obviamente. No dudo de que hubo personas que
mantuvieron, por más pequeña o por más grande que sea, la llama de la esperanza todo el tiempo, y
jamás dieron por terminadas las oportunidades del maestro suizo para ser campeón
en un mundo donde solo habitan jóvenes promesas, y veteranos no tan veteranos
que pasan el mejor momento en su carrera tenística.
Me siento avergonzado de hacer parte de aquella fracción de la
fanaticada que perdió la fe y se trasnochaba hasta siete de la mañana únicamente para apreciar los últimos capítulos
de una historia, que creía hasta hace unos días, estaba a punto de terminar;
aunque siempre con la convicción de que era casi imposible ver a Roger triunfar
como cinco años atrás.
Para los primeros partidos del Australian, yo era
consciente del nivel altísimo con el que había regresado a la acción, luego de
que haya decidido frenar medio año para planear el orden en el que iba a
desenlazar su leyenda. A medida que veía su nombre cada vez más arriba del
cuadro, me reiteraba: “¿será que me apresuré con mi testimonio del año pasado?”.
Estaba deseando que sí, que Roger me cerrara la boca y me abriera nuevamente la
puerta de la ilusión. Pido perdón por haberle echado pasador.
Lo que yo había expresado era que "el espectáculo de los
golpes perfectos va a continuar un periodo más, aunque quiero tratar de creer que lo puedo ver en la final de un Grand Slam". Claramente jamás trate de creerli, y fue
tarde para el orgullo y a tiempo para la vergüenza, hacerlo ahorita cuando
sometió a su mayor verdugo de toda la vida a un laberinto sin salida y se hizo con el campeonato.
Si en dado caso, Federer decide aprender español y
encuentra por arte de magia este artículo colgado en las primeras páginas de su cuenta en Twitter o Facebook, quiero que al leerlo
entienda le pido perdón por haber dudado de semejante manera sobre su grandeza.
Que lamento creer que la edad es un factor que impide soñar. Que siento dejarme
guiar por su posición en el ranking y creer que como cualquier otro jugador,
las cosas se le pondrían difíciles al enfrentar a jugadores top ten. Que me
arrepiento de dudar sobre su carácter frente a Rafa y apostarle a las estadísticas
en este partido.
Por pensar que su tiempo en el trono había terminado, le
pido perdón, Su Majestad. Me quedo claro que su perfeccionismo no tiene duda.
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Yo dudé y temí...pero mantuve la esperanza del 18..y creo que puedo mantenerlapor un 19 y hasta un 20.
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