¿A quién le debemos creer? Al que enfrentó a
Bolivia con Cuadrado como lateral, Macnelly como volante de marca y Mateus de
titular por encima de Torres y Abel; o al que se le paró a Ecuador imponiendo
respeto, cerrando los espacios y siendo punzante en la posesión de la pelota.
El 99 % de los aficionados cree que el real es el
que dirigió en Quito. Porque ganó, porque nos puso de segundos, porque su partido es el más reciente, cada quién tendrá sus razones.
Mientras, un 0,9 % insiste en que el habitual es el que planteó un partido paupérrimo en la arenosa. No toleran que no se haya goleado a los bolivianos y ,aunque el porcentaje es bajo, incluso hay quienes piden decididamente la cabeza del DT.
Sin embargo, el restante 0,1 %, que es donde estoy
postrado yo, cree que ambas caras de la moneda instauran otra imagen: el indescifrable.
Se trata de una incógnita sobre los méritos como
estratega que ha demostrado ‘el profe’ en la consecución del tiquete a Rusia. Aquel
que nos deja dudas acerca del entrenador que necesitamos para manejar a la
mejor generación de jugadores. En palabras breves, un técnico imprediscible que
algunas veces transmite confianza, y otras nos invita a exigir pronto su
renovación.
Y es que en un balance general de la eliminatoria,
el ‘viejito’ como le dice mi mamá, ha sido una montaña rusa que por momentos
acaricia las nubes y a ratos desciende
tan rápido que se golpea duro contra el suelo.
Recordemos lo que ocurrió en la segunda fecha
cuando visitábamos a Chile y recibíamos a Argentina, sin Messi. Don José planteó un partido estupendo en Santiago,
logrando un empate con sabor a victoria, y ya en nuestra casa, decide alterar totalmente la nómina titular, dandole a la albiceleste el placer de gozarnos
a domicilio.
Lo mismo pero al revés pasó frente a Ecuador en condición de local. Después de realizar un
pésimo segundo tiempo en la Paz contra Bolivia, el seleccionador consigue que el equipo tenga el mejor desempeño mostrado en los 14 juegos ejecutados hasta el momento, venciendo a la selección que lideraba la tabla en aquel instante.
Y no olvidemos la manera como arrasó al combinado
venezolano en tierra costeña, a partir de una estrategia asfixiante bien
ejecutada, y después fue a Manaos a perder contra Brasil, con un planteamiento riesgoso, poco inteligente y que menospreció notablemente al rival.
Incluso, en las Copas América de 2015 y 2016,
Pekerman mostró una faceta ganadora en algunos partidos, mientras que en otros,
desafortunadamente en los que eran claves, sorprendió con rendimientos del más
bajo nivel.
Ahora es fácil subirle el escalón a Pekerman, por el estupendo resultado que sacó en Quito. No obstante, va a tener que demostrar en los restantes cuatro partidos -y en los amistosos frente a España y Camerún- que puede mantener una identidad destacable, que nos haga querer a algunos tenerlo para la copa del mundo.
Ojo, porque nos lleve al mundial, no significa que deba acompañarnos al mundial.
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