Pestañas

sábado, 27 de mayo de 2017

El fútbol debería aprender del ciclismo

Por: CONDORITO
Foto: Televisa Deportes
Adoro el fútbol. Los que me conocen saben que vivo pendiente de él, de lo que pasa con mi equipo, y que creo firmemente en que no hay mayor orgullo para los colombianos que cuando a los futbolistas les va bien internacionalmente. Sin embargo, en los últimos años sí que se ha vuelto una recocha. Debería tratar de parecerse un poco al ciclismo. 

Ahora que me estoy despertando todos los días a las siete de la mañana en punto para ver el Giro, he caído en cuenta de lo fantástico que sería el juego del balón si sus actores principales y secundarios actuaran con un cuarto del profesionalismo que tienen los pedalistas. Aunque no deje de ser un espectáculo un deporte que genera violencia; que está lleno de engaños desde las dirigencias hasta los propios protagonistas; que paga millonadas de dólares a personas que aportan cero y nada a la protección y evolución del mundo; y que tiene acción una vez por semana –disque porque los jugadores no son ‘maquinas’-, sí sería mucho más atractivo si reparara todos estos ítems.

El ciclismo se ha vuelto una locura para este país, no solo por lo bien que ha sabido llevar los puntos negativos que dañaron al balompié, sino porque además apareció una generación prodigiosa de ‘escarabajos’, y ahora de sprinters, que ilusiona con dejar el nombre de Colombia más alto de lo que hasta ahora lo han hecho los jugadores de fútbol. Aunque qué ironía: ni así, siendo una potencia mundial no solo con Nairo, Gaviria y compañía, sino también con Mariana en otra modalidad, podemos preferir otra disciplina diferente al soccer, o que por lo menos nos enorgullezca de la misma manera.

Por esto considero que debería mejorarse: tratar de imitar un poco la pasión con la que pedalean los velocipedistas, para que valga la pena tener en la cima a ídolos de verdad, y no a lagartos que ignoran tres palabras claves a la hora de ejercer su profesión: honestidad, seriedad y humildad.

Que terrible es tener que permanecer atento a unas competiciones y enfrentamientos de equipos que están untadas de mermelada por todos lados. Y digo “tener que” porque desafortunadamente ver a 22 jugadores pateando un balón, sigue siendo uno de los mayores placeres que da la vida, aunque sepamos que muchas veces nos roban la plata, o que el resultado del partido o torneo ya está escrito y ‘firmado’ desde hace tiempo.

En el ciclismo es fabuloso ver que aquel que tildaban de “drogado” por mostrar una resistencia mayor a sus contrincantes, mañana, no dentro de siete o diez días, le pueden dar churrias y perder más de dos minutos, o sencillamente agotarse y ceder la camiseta de líder a falta de dos etapas de acabar la carrera. En Colombia lo que pasa es que no nos gusta este tipo de sorpresas, ya que estamos acostumbrados a que en el fútbol hay quienes predicen nuestro destino. Imagínense que pasaría si Zidane fuera el jefe del Movistar, Nairo quizás no sería el líder, sino más bien un gregario o un desaparecido que no lo postulan nunca para competir en una gran vuelta.

Por otra parte, sí que se ha vuelto una mamera aguantar la delicadeza con la que han disfrazado a los futbolistas. En una gran competencia, llámese Giro, Tour o Vuelta, los ciclistas pedalean 21 días seguidos por más de tres, cuatro, cinco y hasta seis horas, sufriendo caídas, dolores estomacales, calambres y agotamiento intenso en las piernas, y aun así cruzan siempre la meta durante las tres semanas. Sin embargo, los clubes de fútbol sacan comunicados y reportes médicos que dicen “dos semanas ausente para Fulanito por 'cansancio físico'”. Enserio se ha vuelto patético. Y a los equipos también les toca rotar la plantilla cuando hay partido entre semana, ya que ‘ellos no aguantan tanto desgaste’.

Ah, y ni hablar del arquetipo del futbolista: la mayoría parecen cantantes de reggaetón, miran por debajo del hombro a su rival inferior y cobran hasta 420 mil euros semanales por ejercer una actividad que ni aporta, ni ayuda a la sociedad o al planeta. Es decir, creo que ni los mejores médicos, científicos, astrónomos o filósofos ganan el 20 % de lo que les llega a la cuenta a estos trabajadores del deporte. ¿Enserio ofrecen 200 millones de euros por un jugador? Antes eso era una oferta muy generosa que se le hacía a un club por todas sus acciones. En las carreras de bici no existe punto de comparación. Basta decir que si Nairo gana el giro el domingo, únicamente le consignaran 130 mil euros, el 13 % de lo que recibe Cristiano por trabajar cuatro veces durante 30 días. No es que sea poco el salario de los ciclistas, más bien el de los futbolistas es excesivamente exagerado.

Finalmente, que feliz sería si se acabaran estos payasitos de circo que se creen actores de largometrajes ficticios, y se la pasan tratando de engañar al árbitro y al aficionado. Los Neymar, los CR7, los Luis Suarez, todos son lo peor que le pudo pasar al fútbol en términos de honestidad. En la vuelta a Italia vimos que existía una regla similar al Fair Play, que le impide a los pedalistas hacer cosas como estas. Una regla en la moralidad: si alguien se cae, los demás lo esperamos; si alguien le da la pálida, los que están sin compromiso lo arrastran hasta la cima. Lo ideal sería que los entes dirigenciales conmovieran el espíritu de buen perdedor y buen ganador en el soccer, pero sabemos que la mala maniobra proviene más de ahí que de cualquier otro lado.

El fútbol para mí nunca soltará la corona, pero tiene un repertorio de cosas por corregir y aprender del ciclismo, que es con méritos el deporte nacional de Colombia. 

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