Por: CONDORITO
Esta selección de Pekerman
no deja de sorprender. Cada vez que se acerca una nueva fecha de eliminatorias
es como si alguna clase de vudú o mago lanzara una moneda al aire y decidiera
el rendimiento que van a mostrar nuestros futbolistas. Hay partidos como el de
Venezuela en el que nos vemos tan pequeños que incluso nos preguntamos: ¿a
qué vamos a ir al mundial?, ¿a hacer el oso? Mientras que hay otros como el de
Brasil en el que quedamos con hambre de comernos el mundo y creemos ser capaces de pelearle a
cualquier seleccionado que nos pongan al frente.
COLOMBIA.com |
Ya llevamos con esta doble
cara casi que toda la eliminatoria. Desde que nos goleó Uruguay y después fuimos a sacar un valioso empate en
Santiago frente a Chile, Colombia ha sido una montaña rusa que por momentos acaricia las nubes y a ratos baja tan rápido que alcanza a rosar el suelo. Recuerdo
ya varios episodios en los que el nivel mostrado en un partido, cambia
drásticamente para bien o para mal en la fecha siguiente. Como la vez en la que
le perdonamos la vida a los australes de visitante, y en casa, ante una
Argentina diezmada que llegaba sin sus más importantes figuras, la Selección
quizá realizó el peor partido jugado en toda la era Pekerman.
Posterior a eso, también se
hizo una discreta presentación frente a Bolivia en la Paz, mientras que contra Ecuador el
equipo volvió a sentirse invencible, porque le ganábamos al entonces líder
absoluto de la tabla. En la fecha que enfrentábamos a Venezuela y Brasil,
ocurrió lo mismo que estos días aunque al contrario: fantástica
victoria retando a la vinotinto y un fracaso total el planteamiento que visitó a los
brasileños.
En la Copa América del
Centenario no pasó nada diferente. Los dos primeros partidos ilusionaron de
gran manera y ya en el ‘mata mata’ el desempeño sobresaliente terminó esfumándose,
causando la eliminación pronta a manos de los chilenos. Fue hasta el juego frente a
EEUU que volvimos a encontrar el nivel ascendente, y logramos la medalla de
bronce en una competencia a la que le apostábamos ‘algo más’.
Desde el mundial 2014, la
Selección ha sido de altos y bajos, y el rendimiento mostrado ha marcado una
amplia diferencia en tan solo cinco o seis días que separan a cada fecha. La
excusa de la renovación y de que es un equipo en formación hace rato dejó de
tener validez. Con el talento de cada uno de los jugadores ya era para que el
DT tuviera un mismo once titular, un solo esquema y una clara ideología de
juego. Contra los venezolanos no efectuábamos más de tres pases, y la propuesta
era buscar a los de arriba con pelotazos, apostando a su cualidad individual. Frente a Brasil, las jugadas de ataque como el gol se armaron mediante maravillosas combinaciones colectivas.
Jugamos muy bien ayer, pero
hay que empezar a acostumbrarse a ese nivel. No puede ser que antes de cada
encuentro lancemos una moneda al aire para ver de que manera vamos a jugar.
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