lunes, 30 de enero de 2017

LE PIDO PERDÓN, SU MAJESTAD

Por: CONDORITO
En la historia quedara la leyenda de Roger Federer. Foto: Tenisweb.com

No sé cómo fui capaz de pronunciar esas palabras. Por un momento sentí que el tiempo se detenía y se volvía idóneo para reflexionar acerca del desenlace de una era, en donde Roger Federer había dejado un legado más alto que el de cualquier otro deportista en su disciplina, pero al que había que prepararse para decirle ‘gracias’ y ‘hasta luego’, entendiendo que lo mejor ya había sucedido, y era el afecto que le tenemos a nuestro ídolo lo que nos mantenía pendientes de sus partidos y sus competencias.


Sentía que no quedaban más chances, luego de verlo caer en su Grand Slam favorito el año pasado, y posteriormente enterarme de que estaría fuera de ritmo durante seis meses. Aunque soy uno de los creyentes en los beneficios que traen los tiempos alejados de la competencia -por esto de despejar la mente y todo eso- también estoy más inclinado a lo que la lógica dicta, que a lo que las sorpresas puedan regalar, y en este caso lo lógico era ver a Roger intentando ganar un último Grand Slam esta temporada, aunque sin resultado positivo alguno.

Hablo por mí obviamente. No dudo de que hubo personas que mantuvieron, por más pequeña o por más grande que sea, la llama de la esperanza todo el tiempo, y jamás dieron por terminadas las oportunidades del maestro suizo para ser campeón en un mundo donde solo habitan jóvenes promesas, y veteranos no tan veteranos que pasan el mejor momento en su carrera tenística.

Me siento avergonzado de hacer parte de aquella fracción de la fanaticada que perdió la fe y se trasnochaba hasta siete de la mañana únicamente para apreciar los últimos capítulos de una historia, que creía hasta hace unos días, estaba a punto de terminar; aunque siempre con la convicción de que era casi imposible ver a Roger triunfar como cinco años atrás.

Para los primeros partidos del Australian, yo era consciente del nivel altísimo con el que había regresado a la acción, luego de que haya decidido frenar medio año para planear el orden en el que iba a desenlazar su leyenda. A medida que veía su nombre cada vez más arriba del cuadro, me reiteraba: “¿será que me apresuré con mi testimonio del año pasado?”. Estaba deseando que sí, que Roger me cerrara la boca y me abriera nuevamente la puerta de la ilusión. Pido perdón por haberle echado pasador.

Lo que yo había expresado era que "el espectáculo de los golpes perfectos va a continuar un periodo más, aunque quiero tratar de creer que lo puedo ver en la final de un Grand Slam". Claramente jamás trate de creerli, y fue tarde para el orgullo y a tiempo para la vergüenza, hacerlo ahorita cuando sometió a su mayor verdugo de toda la vida a un laberinto sin salida y se hizo con el campeonato.

Si en dado caso, Federer decide aprender español y encuentra por arte de magia este artículo colgado en las primeras páginas de su cuenta en Twitter o Facebook, quiero que al leerlo entienda le pido perdón por haber dudado de semejante manera sobre su grandeza. Que lamento creer que la edad es un factor que impide soñar. Que siento dejarme guiar por su posición en el ranking y creer que como cualquier otro jugador, las cosas se le pondrían difíciles al enfrentar a jugadores top ten. Que me arrepiento de dudar sobre su carácter frente a Rafa y apostarle a las estadísticas en este partido.

Por pensar que su tiempo en el trono había terminado, le pido perdón, Su Majestad. Me quedo claro que su perfeccionismo no tiene duda. 

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domingo, 22 de enero de 2017

INEXPLICABLE

Por: CONDORITO
La impecable volea de Roger Federer. Foto: ATPWorldTour
A los 28 minutos de juego los ánimos estaban por el piso. A la afición de la tribuna y el televisor le costaba entender lo que estaba sucediendo con el rendimiento del tenista más talentoso del último tiempo. Lo habían quebrado por doble vez y el marcador se ponía 4-0 a favor del rival, con ganas de llegar a seis sin dejar entrar al verdadero Roger en el partido.

Para esa instancia la fe del público se había trasladado al segundo set, a la espera de un reinicio en el juego, y sobretodo, en la mentalidad de nuestro ídolo. Sin embargo, ocurrió lo inexplicable.

En el cambio de lado número cuatro, un nuevo aire se levantó de la silla con Su Majestad. Las sensaciones habían dado un giro de 360 grados y la actitud enfurecida desplazaba a la desconcentración, y obligaba a su cuerpo a obedecer cada petición que le hacía su mente. Enseguida, Roger pasó de desperdiciar puntos puestos en bandeja de plata, a meter hasta las bolas más complicadas que le propinaba un Kei Nishikori que no aflojó, a pesar de sentir el incremento de nivel que había tenido el tenista suizo.

Lo de Federer no solo fue una remontada excepcional de un set. Fue un cambio total de pensamiento que solo un genio  con la capacidad de cambiar un mal día, puede tener en tan poco tiempo. Necesitó menos de un minuto para pararse de su asiento, y salir decidido a aumentar su contundencia y mejorar su consistencia notablemente, la cual en los primeros cuatro games estaba en números rojos. Por eso es también de admirar el partido del japonés, que ante la maquina arrolladora en la que se había convertido Roger, mantuvo su timming y logró llevar el encuentro a cinco sets y a más de tres horas golpeando la pelota con un tenis de alta intensidad.

Fue un partido con porcentaje favorable en tiros ganadores, y pocos errores no forzados. Entre los primeros se destacan una gran cantidad de buenas devoluciones, tanto por parte del japonés como del maestro suizo. En el servicio, RF tuvo una ventaja importante con respecto a su rival, que incluso, creo yo, fue el primer ítem en la lista de razones por las cuales su majestad se llevó el partido.

Cabe decir, entre otras cosas y hablando de cosas inexplicables, que el punto de Roger al clavar un majestuoso revés por el costado de la red, fue algo descomunal que solo la confianza que había adquirido en ese momento del partido, le habría permitido realizar semejante monstruosidad.

Para el partido de hoy, la energía psicológica está por las nubes, no solo porque viene de realizar un excelente juego –que insisto, se alargó a cinco sets no por error de nuestro ídolo sino por puro mérito del que tenía al frente- sino que además enfrenta a un rival claramente inferior, aunque hace algunas horas le haya ganado al primer preclasificado del torneo.

Tambien hay que decir que el desgaste realizado en más de cinco/seis horas pegándole a la pelota –incluyendo el partido y el exigente entrenamiento que siempre tienen los deportistas minutos antes del juego- puede ser un punto a favor del adversario.

Analizando la situación, Zverev a pesar de ser un gran jugador, considero que no posee los fundamentos tenísticos del hermano. Su servicio no es cosa de otro mundo, y su juego de fondo posee grandes falencias si se le aprieta el acelerador. Su fortaleza es la volea: consigue una gran reacción de piernas y brazos al frente de la red, y sabe ubicar las bolas en los ángulos. No obstante, su recurrente manía por ir a la malla lo vuelve predecible, y seguramente ante otro voleador como lo es Roger, la oportunidad de presionar desde la T va a ser menor. 

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domingo, 15 de enero de 2017

GRACIAS (Parte 1)


Escogí este momento para agradecerle tanto placer visual a Roger por dos sencillas razones: la primera, porque tengo pensado agradecer cinco veces en el año; casi dos décadas perfeccionando este deporte no caben en un solo texto. Y la segunda, porque independiente de lo que pase las siguientes dos semanas, nada me hará cambiar el pensamiento que tengo sobre nuestra majestad. Así que prefiero ahorrar molestias y evitar que los resultados modifiquen la más grande despedida que un gran ídolo se merece.

Por eso lo hago ahora, antes de que comience su participación en el Abierto de Australia, y lo voy a hacer antes de que comience su participación en los restantes tres Grand Slams del año, y también lo voy a hacer cuando lo escuche pronunciar esas palabras que tanto nos atormentan a los que vivimos por el tenis. Tristemente, es todo lo que puedo hacer para agradecer a quien por años me ha hecho creer que la perfección sí es una cualidad que algunas personas tienen. Y debo reconocer que aquel record impresionante de las 302 semanas como el único maestro de la raqueta, no pudo deslumbrarme en su totalidad. No porque no haya caído en cuenta de su notable habilidad para poner a bailar a cualquiera que se le parara en frente, sino porque desafortunadamente mis papás decidieron enviarme al mundo más tarde de lo que hubiera querido, y por eso no recuerdo algo más de cien semanas impartiendo grandeza.

Yo recuerdo ver a Roger en acción por primera vez, el 11 de septiembre del 2005, (admito que me tocó investigar la fecha exacta). Por el mes y el día, ya sabrán que se trataba de la final del abierto de Estados Unidos. Yo estaba pronto a cumplir ocho años, pero apuesto a que me creeran si digo que recuerdo cientos de veces más ese partido, que la manera como celebraron el happy birthday. Me acuerdo que fueron cuatro sets porque en ese momento estaba aprendiendo a saber cómo se cuenta en el tenis. No sabía diferenciar entre un game y un set, y en ese partido fue que me hice un conocedor amateur del marcador en este deporte.

Por supuesto, me tocó ayudarme de sangoogle para rememorar el resultado. Fue 6-3, 2-6, 7-6 (1) y 6-1 para su majestad, quien llevaba ya algún tiempo como número uno del ranking. El perdedor, fue ese calvito de camiseta azul y pantaloneta blanca más arriba de las rodillas, que ejercía un tenis cómico con una derecha mal terminada y un caminado algo particular, me decía mi papá que se trataba del gran Andre Agassi. Le pregunté porque el movimiento de su drive era pésimo y me respondió que de ninguna manera, cumplía con todas las normas establecidas en la pegada de un drive: lleva la raqueta hacia atrás, mientras la mano libre señala la bola, y golpea la pelota de abajo hacia arriba, terminando el trayecto de la raqueta arriba o debajo del hombro. Pude notar que efectivamente ejercía el ritual de la C con el que tanto fregaba mi profesor de tenis. Fue ahí cuando entendí que la derecha de Agassi no era que estuviera mal hecha, sino que había otra derecha solemne en ese partido que la hacía ver incorrecta.

El tenis de Federer en ese encuentro fue algo descomunal. Había abandonado su estilo netamente voleador, por lo que lo vi hacer de todo en la cancha del Arthur Ashe: volear, smashar, tirar un drop, meter un globo, pegar invertido, pegar cruzado, pegar paralelo, lanzar un slice y repetir aces por montones. Era uno de los inicios del estratégico jugador que conocemos ahora, ese que sabe cuándo subir a la red y cuando jugar de fondo,  o aquel que entiende a que costado del campo debe atacar para golpear cómodo su golpe más dificultoso como lo es el revés. Además reflejó en su rostro algo que siempre me llamó la atención: su serenidad. Quienes lo juzgan prematuramente, dirían que no siente pasión por el juego. A mí me pareció que era la expresión de alguien que tenía todo controlado, que por más que el rival le arrebatara un set, estaba consciente de que esa copa se la iba a llevar para su casa.

Esa fue, entre todas las cosas que decidí copiarle a mi nuevo ídolo, la que más me costó adoptar. No entendía como en una competencia que fácilmente lo saca a uno de quicio, había alguien que disputara todos los puntos con la misma tranquilidad del primero. Eso sí, sin desconocer que habían circunstancias del juego en las que había que subir el aguerriometro. Para el genio de Basilea, el tenis siempre consistió así, en no perder la cabeza. Muy rara vez se le vio rompiendo raquetas o discutiendo con el mismo en voz alta, así como tampoco era común verlo saltar en una pata y agitar su puño más de una vez cuando ganaba un punto importante. Incluso, dirán que soy exagerado, pero no necesitaba hacer ruido para golpear la bola, ni reflejar ningún tipo de muecas estilo Nadal en sus movimientos, que hasta lo hacía pensar a uno que quizás ya sabía para donde iba ir la pelota, sin siquiera haber tenido contacto con ella. Por eso es que entre sus cualidades, la que más rescato es su mentalidad, la misma que se encarga de darle instrucciones a su juego y que impide que el temperamento sobrepase su límite.

Para hablar de Roger, hay que recoger todos los sinónimos de la palabra ‘experto’. Hay que entender que el término ‘imposible’ deja de tener significado cuando este mago del tenis agarra su barita y comienza a impresionar a los incrédulos que se cuestionan repetidas veces como hace este sujeto para que las bolas lo obedezcan.

Recuerdo un partido de tantos que jugó con esa magia. Era la semifinal también del US Open, esta vez del año 2009, y se enfrentaba nada más y nada menos que a su verdugo de los últimos años, un tal Novak Djokovic, que para aquel tiempo ya pisaba los primeros cuatro puestos del circuito. Fueron tres parciales (7-6, 7-5 y 7-5) y un espectáculo de tenis que por supuesto tuvo como protagonista al imbatible Federer de esos años. La gente no sabía explicar cómo es que se volvieron tan parejos los tres sets, ante la contundencia de un maestro suizo que de cinco derechas que pegaba, cero iban a otro lugar diferente a los ángulos. Sin embargo, lo más impresionante fueron los dos puntos, probablemente entre el repertorio de las grandes genialidades de este deporte, que alborotaron a todo un estadio debido a su complejidad. El primero fue finalizando el segundo set: una derecha cruzada dificilísima para Roger, que solo un increíble golpe con topspin que hiciera que la bola entrara por el costado de la red y pegara justo en el ángulo para dejar en bandeja de plata el siguiente ataque, iba a ser capaz de devolverlo. Adivinen que sucedió. Y el segundo, a dos puntos de cerrar el encuentro, se desarrolló en una jugada que comenzó por exigir al suizo con un dropshop y luego un complicado globo de Nole,  pero que terminó con una magistral Gran Willy que solo un maestro como RF puede ubicar en el ángulo superior izquierdo.

Partidos y jugadas como estas de Roger, se encuentran como buscando abejas en un panal. A sido tan extensa la historia de la perfección suiza, que basta ver sus trofeos para darse cuenta que se trata de la hegemonía más grande que ha tenido un tenista en toda la historia del deporte blanco.

Son 18 años en los cuales la ecuación garra+talento=perfección ha fabricado uno de los deportistas con más impacto en la Tierra. Por eso agradezco a su majestad por ser un prototipo para lo que he decidido ser en la vida. Porque ante la inevitable curiosidad por ver el perfeccionismo, me ha invitado a entrar en el mundo de las raquetas, las mallas y las pelotas. Por haberme explicado no intencionalmente a entender la cuenta y el marcador en el tenis. Por haberme mostrado la manera más perfecta para hacer una derecha bonita y contundente. Por ostentarse tan sereno para afrontar los puntos decisivos, mientras nosotros tambaleábamos en una cuerda pensando que íbamos a caer con él. Por comprobarme que la magia sí existe, y que solo es cuestión de agitar la barita para tener a la gente y a las pelotas siguiéndolo en sus deseos. Infinitas gracias Federer, por enseñarme y enseñarnos la ecuación de la perfección.



El Clasiquero

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Pronto: GRACIAS (Parte 2)

jueves, 12 de enero de 2017

NACIONAL, LISTO PARA GANARLO TODO ESTE AÑO; AMÉRICA, CON LO JUSTO PARA MANTENERSE EN LA A; Y MILLONARIOS, PREPARANDOSE PARA LA PEOR HUMILLACIÓN DE LOS ÚLTIMOS AÑOS

Por: CONDORITO


Que diferentes pueden ser las expectativas del 2017 para los tres equipos más representativos del fútbol colombiano. Nacional, después de realizar la mejor campaña en toda su historia, está decidido a entrar en el libro de los grandes referentes de este continente. No solo tiene pensado levantar a la novia de América nuevamente, sino que además quiere arrasar con todo lo que se le cruce en el camino. A la amplia nómina que ya le conocíamos, se le suman figuras de talla continental como Dayro Moreno, Aldo Leao Ramírez y Edwin Valencia, y tan solo sufre la importante baja del ‘lobito’ Guerra, que aunque dolió al principio, se le va a extrañar poquito en los siguientes días.

Con esta plantilla, claramente el equipo de triple R pretende cargarse todas las copas en disputa este año. Todo lo contrario a las aspiraciones de la 'mechita', que aunque sus hinchas están esperando un equipo digno para buscar la 14, la misión esta temporada es consolidarse en la primera división y ayudar en el descenso de otros equipos. La contratación de Juan Camilo Hernández y la permanencia de figuras como Martínez Borja y el ‘tecla’ Farías, destacan en la conformación de una nueva escuadra, que tiene todo lo necesario para estar entre los ocho mejores, alejar su nombre de los últimos puestos de la reclasificación y brindar buenos partidos frente a los actuales reyes del país. Sin embargo, de ahí para delante cualquier logro sería una hazaña, y los americanos deben entender que aunque detrás del escudo haya una infinita grandeza, por delante solamente vemos a un equipo ambicioso que acaba de venir de la B.

Por su parte, Millonarios de millonario no le queda nada. Es pobre en nómina, pobre en aspiración, pobre en signo pesos, y si sigue así, prontamente será pobre en afición. América viene de estar cinco años jugando fútbol amateur y actualmente poseen una plantilla de jugadores igual o superior a la del 'embajador'. Debo decir que desde ya preveo un gran partido entre estos dos. El nivel con el que chocarían es altamente similar. Es como si se toparan dos vecinos en las escaleras de una torre, cuando el uno va de subida y el otro viene de bajada. O como cuando un amigo va saliendo de una fiesta y el otro apenas está llegando, se cruzan por la entrada, tocan unas palabras y vuelven y se distancian. Estos próximos clásicos podrían ser las últimas palabras entre azules y rojos, siempre y cuando el azul no decida irse y quiera volver a entrar en la fiesta de la Dimayor otra vez.  

Millos contrató nueve hombres hasta el momento, de los cuales a dos se les puede llamar refuerzo. Es el caso de Cristian Arango y el venezolano Jacobo Kouffaty, dos jugadores interesantes pero que se espera su explosión para largo plazo, lejos de la Copa Libertadores y de la Liga Águila I. No obstante, si por adaptación fuera, los números de Millonarios no estarían en color rojo. Lo cierto es que estas nuevas caras no tienen comparación con fichajes bomba como Dayro Moreno, Juan Fernando Quintero, Jefferson Duque, Johan Arango y hasta el mismo ‘cucho’ Hernández. Ya no es solo el Atlético Nacional el equipo tenebroso para el siguiente semestre. Hasta el Deportivo Pasto puede convertirse en el coco de los embajadores este año, si los dirigidos por Russo continúan teniendo lideres con mentalidad tan mediocre.

Los tres mosqueteros del FPC se encuentran bien distanciados en estos momentos. El menor, está gozando de los logros que no consiguieron el primero ni el segundo en el mejor momento de su historia. El del medio, quien en los hijos siempre es el que mete la pata y suele tomar por el camino equivocado, está forzando su regreso a la élite del balompié colombiano. Y el más veterano, quien sirvió de ejemplo para el despertar de los otros gigantes, ahora está en coma, y tiene al país atento a su resucitación o, Dios no lo quiera, su desaparición. Que diferente piensan ahora los tres grandes de nuestro fútbol.


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