De:
CONDORITO
Por suerte, el nudo que tengo en la garganta no me impide
escribir esto, ¿o es el dolor de las cuerdas vocales?, no lo
sé, ni me importa, al fin y al cabo se me pasara
mañana. Me preocupa el dolor en el corazón, ese tiene ganas de quedarse ahí por
bastante tiempo.
Hoy presencié el partido más feo de la historia. De mí
historia. De la historia que llamo vida. Y en esa vida Millonarios tiene un espacio fundamental. No fue solamente el golpe de caer del
cielo al infierno en un segundo, eso lo sintieron todos. Mi caso es diferente, más extremista, digamos que los sentimientos más malos se juntaron para hacerme vivir la experiencia más
fea, en todo el sentido de la palabra.
Por cual de todos podré empezar. Creería que
lo primero es que me tocó sufrir lo que nadie quiere en un día en el que juega su
equipo: trabajar. Preciso les da por programar el partido a las cuatro de la tarde, cuando
salgo a las cinco. Yo pensaba: “termino temprano, y alcanzó a ver el partido, que debe ser por hay a las seis”, paila, a las cuatro en punto estaba rodando el balón.
Menos mal hay un televisor en la sala de ventas donde
trabajo, y este fincho por ser puente es de poquitos clientes. Así que el plan
era de relax, cambié Venezuela-Jamaica, puse a Millos contra Junior, y encorbatado
comencé hacer fuerza por la remontada. Los canales nacionales cogen perfecto en
el TV a excepción de RCN, el único que se ve entrecortado y que pasaba el partido, (Malditos de Claro), desde ahí comenzó mi sufrimiento.
Pude lamentar las cinco opciones que desperdiciamos en el
primer tiempo, y más aún el primer gol del Junior, tempranito perdí las
ilusiones de una posible remontada. Así que me dije: “a las cinco salgo, agarro
mis cosas y me voy a mi casa a mirar el tramo final”. Incluso hice las cuentas
del tiempo que me tardaría en llegar: “salgo a las cinco y el primer tiempo se
acaba a las 4:50; cinco minutos me demoro en coger el bus, lo que quiere decir
que apenas arranqué, ya habrá empezado la segunda mitad; me demoro veinte
minutos en el trayecto, más otros cinco caminando hasta mi casa; o sea que
según mi calculo debería llegar para el minuto 70”. Mientras tanto lo
escucharía en la radio.
Me monté al bus y al tiempo sonó el pitazo inicial del
segundo tramo. En 5 minutos escuché un ataque del Junior y ahí se me murió el
celular, quedé fregado sin enterarme de que pasaba. Ni me había fijado qué porcentaje tenía la batería. Estaba triste y
sin esperanzas. Eran tres goles como mínimo para patear desde los doce pasos y
cuatro para clasificar, todo en 45 minutos. Tenía derecho a perder la fe.
Se demoró más de veinte minutos en arribar el bus. El conductor
que portaba una virgencita hincha de Santa Fe en el retrovisor, nos puso a
escuchar Olímpica en lugar del partido, raro en los conductores de bus. En todo
ese tiempo no tenía idea de cómo iba el marcador, al parecer nadie en el bus lo
estaba escuchando. Fue hasta que me bajé que escuché a unos manes decir “gol de
Millonarios”, y ahí pensé: “¡bien Millos! 1-1, faltan dos, esos costeños ya deben
estar mamados”, y aceleré el paso. Un vendedor ambulante tenía el partido
sonando en uno de esos radios portátil, cuando pasé junto a él preciso se escuchó
el ‘goooool’ del relato, se prendió de nuevo la llama en mí. “¿Uy 2-1?, tengo
que ir a ver” le dije al viejo. “No, van 4-1” me responde. Yo en ese momento: “¡¿Qué?!
¿Enserio?, ¿en qué momento? En zapatos, pantalón, camisa, saco y corbata me
metí un pique como nunca antes.
Mientras corría iba pensando: “de 0-3 a un 4-3 y me lo
estoy perdiendo, ¿por qué a mí?" Sentía el consuelo del tren ganador en el que
nos montamos todos en ese instante, pensaba en que ahora se viene Nacional y de
que como le ganaríamos, pero la sensación de no haber visto la remontada de mi
equipo, me tenía bastante entristecido.
Llegué para el minuto 80, sudando hasta en la parte que
no entra la luz. Efectivamente Millos ganaba 4-1, los veía reír mientras
pasaban la pelota de un lado a otro y los del yuyu muertos detrás de ella. Vi
que sacaron a Manga y tan pronto lo entrevistaron dijo “esperemos que acabe ya
para celebrar el triunfo”. Gran error.
Yo tengo un dicho:
La confianza y los nervios son los peores enemigos de la concentración.
Dicho y hecho. Seguramente pensaron “ellos están cansados, que van a marcar” y
tenga papá, 4-2 y 4-4 en el global. Losé porque así pensé yo.
Es más, revisando la jugada todo se origina de un rebote
que le queda a Arias, el cual tenía todo el tiempo del mundo para mandar esa
genialidad que concretó Vladimir, habilitado por Cadavid que se quedó cazando
pispirispis.
En los penaltis no eran buenos los antecedentes contra
los barranquilleros. Yo sentí una sensación extraña, casi no me dolía ver botar
los penaltis a los de Millos, era bastante raro, creo que no me creía que
hubieran remontado, no pude verlo, así que no me sentía parte del partido. Era
feo sentirse así.
No obstante al saber que fuimos eliminados, no lo pude
evitar, se me atoró la garganta.
Como han sucedido las últimas veces. Sinceramente pensé que
otra decepción más me resbalaría de la costumbre. Pero vuelve y golpea duro
como la primera vez.
Partido feo, feo para mí. Al menos otros tuvieron 45
minutos de alegría, a mí si me atacaron todos los sentimientos malos para
concluir con una nueva eliminación de Millos de la liga colombiana. ¿Hasta cuando veremos esto?
santiagopoveda.smart@gmail.com
@0916Poveda
Posdata: No pude evitar doblarme de la risa con la manera
de cobrar de Tolosa :p. La sacó del estadio.
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